Los ricos pastizales de las dehesas salmantinas sirven de alimento a la vaca morucha, raza que se caracteriza por su rusticidad y perfecta adaptación al medio. El resultado es una carne excepcional, con denominación protegida, de intenso color rojo y sabor aromático.
Presente en otros territorios, es sin embargo Salamanca la provincia que acoge el mayor número de reses, hasta 16.000 inscritas en el libro genealógico, lo que supone el 90 % de la cabaña nacional. Así mismo, es la provincia donde se localizan la mayor parte de las ganaderías (unas 180 de las 200 totales) y de ellas 150 están dentro de la denominación.
Es una carne de gran calidad, destacando por su alto valor nutritivo y aporte en proteínas. Se distingue de otros tipos de carne de vacuno por la mayor finura de fibras musculares y la grasa bien distribuida. Con todo, lo que la diferencia principalmente son sobre todo su color y su sabor; un color rojo intenso más acusado que el resto de las carnes, con graduación desde los rosáceos al rojo cereza. El sabor, tanto de la carne como de la grasa, resulta distinto, más aromático, con sabor a carne de toda la vida. Sabor y color singulares que se derivan, por un lado, de la forma de producción y, por otro, de la exclusiva raza de la morucha.
Desde 1994, cuando se aprueba el Reglamento de la denominación específica “Carne de Morucha de Salamanca”, la carne amparada por el Consejo Regulador está sometida a rigurosos controles en todas sus fases, con el fin de no perder la trazabilidad del producto en ningún momento.

Alfredo Martín-Cubas Fernández
Presidente del C.R.I.G.P Carne Morucha de Salamanca

 
   
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