La exposición ofrece una mirada nostálgica y evocadora sobre el Madrid de los años 50 a 80, ciudad donde creció el artista. Sus cuadros reflejan calles, paisajes y personajes urbanos que retratan con una estética vintage los recuerdos de una época pasada. A su llegada a Salamanca en 2002, Antonio Varas comenzó una observación más detallada de su entorno, capturando la luz y el color de la ciudad charra y sus habitantes. El agua y sus reflejos se convierten en el hilo conductor de la mayoría de sus composiciones. Lluvias que tiñen las calles de matices cambiantes, paraguas que desdibujan siluetas y paseos urbanos o campestres son elementos recurrentes en su obra.