El albergue invisible es el resultado de una exploración por varios códigos de comunicación ligados a ámbitos de marginación social. Lo que en un primer momento se planteó como una interpretación estética de múltiples signos utilizados por comunidades vulneradas fue transformándose, en algunos casos, en una construcción simbólica que nace de historias contadas por personas que artista y comisario han llegado a conocer.
El lenguaje de Pablo S. Herrero está ligado al código de las formas vegetales. Árboles y bosques, tanto en murales como en obra gráfica, son el vehículo para mostrar relaciones entre lo dinámico y lo estático, individuo y comunidad, sostenibilidad y resistencia. Su medio de actividad como muralista suelen ser los espacios descentrados y marginales, tomando los barrios periféricos como paradigma del rechazo que la ciudad provoca a grandes partes de sí misma. Por otra parte, concentra su trabajo también en zonas rurales. Ha desarrollado proyectos en espacio público en España, Portugal, Francia, Italia, Eslovaquia, Polonia, Noruega, EE.UU., Uruguay, Argentina y Cuba.