La familia constituye el principal recurso para responder a las necesidades de todos sus miembros.
Reforzar la función protectora y de control de las familias, incidiendo especialmente en las que presentan mayor vulnerabilidad es prioritario, apoyándolas para que consigan un adecuado nivel de funcionamiento y autonomía potenciando sus propios recursos y el desempeño eficaz de roles.
Se desarrollan, así, atenciones dirigidas tanto a la mejora de las condiciones materiales, como psicoafectivas y de relación personal, que incluyen la orientación, el asesoramiento, el apoyo y tratamiento a la unidad familiar, junto con la movilización de recursos sociales: