Durante mucho tiempo se consideró a los dibujos como la escritura para los analfabetos. Aún hoy, en las escuelas, se continúa enseñando a leer y a escribir con manuales que son un compendio de signos a medio camino entre las palabras y los dibujos. Entrar en una biblioteca a través de los dibujos es una oportunidad para rastrear el territorio inagotable de lo ilegible.